Buenos Aires, Argentina – Con la presencia de alumnos, docentes e invitados especiales, se llevó a cabo el cierre del curso de formación del Voluntariado Guardas Ambientales, Promotores de Reducción del Riesgo. El encuentro, cargado de reflexiones y reconocimientos, puso de manifiesto el compromiso y la creciente profesionalización del voluntariado en Argentina.
La jornada dio inicio con las palabras de Carolina Busquier, quien agradeció el compromiso de los participantes y el equipo de capacitación en la formación de promotores de reducción del riesgo. Seguidamente, Fernando Daniel Mantelli, Director de Intervención Social en la Emergencia de la Provincia de Buenos Aires, enfatizó la crucial articulación entre el voluntariado y el Estado, destacando el rol fundamental de los voluntarios en la mesa de trabajo y el aprendizaje mutuo. Busquier, por su parte, resaltó el compromiso de Mantelli como «funcionario de un Estado presente» y la importancia de la coordinación entre la sociedad civil y el gobierno ante emergencias.
La Experiencia de Cascos Blancos y el Auge del Voluntariado Argentino
Uno de los momentos más destacados del evento fue la intervención de Esteban Chalá, presidente de CEPA Argentina. Chalá, con una vasta trayectoria que incluye su paso por Cascos Blancos, resaltó la importancia de la acción sobre la mera discusión en el ámbito del voluntariado y afirmó que Argentina es uno de los países con mayor desarrollo voluntario a nivel mundial.

El presidente de CEPA puso en valor a Cascos Blancos Argentina como un «sello de calidad» y un ejemplo de voluntariado promovido por el Estado, reconocido internacionalmente por su labor en emergencias y asistencia humanitaria. Recordó la crucial intervención de Cascos Blancos en el terremoto de Haití en 2010 y otras significativas operaciones a lo largo de 30 años.
A pesar de lamentar la disminución de la actividad de Cascos Blancos por falta de presupuesto, Chalá celebró la fortaleza del tercer sector argentino, destacando iniciativas como la de Guardas Ambientales. Elogió su enfoque en la protección local, la capacitación continua y el involucramiento de los vecinos en la gestión del riesgo, felicitando a los participantes por su compromiso con sus comunidades.
Mirando al Futuro: Profesionalización y Enfoque Comunitario en la Gestión de Riesgos
La visión a futuro del voluntariado fue un eje central. Chalá expresó su agradecimiento a todos los voluntarios por su compromiso y por construir un futuro mejor para el país, subrayando la importancia del trabajo conjunto entre organizaciones como CEPA y Guardas Ambientales, evidenciado en colaboraciones durante las inundaciones en Bahía Blanca y Punta Alta.
La jornada también incluyó la presentación de Pablo Diotto, director de la carrera de gestión de reducción del riesgo comunitario de la Universidad de La Plata. Diotto enfatizó la perspectiva comunitaria de la tecnicatura, anclada en la experiencia de la Facultad de Trabajo Social en la intervención social. Subrayó que, a diferencia de la emergentología, la tecnicatura se enfoca en analizar los escenarios de riesgo antes de que las amenazas se materialicen, resaltando el papel de la comunidad organizada como primera respuesta ante situaciones críticas.

Diotto propuso una oferta formativa desde la facultad para abordar los riesgos y emergencias desde una perspectiva holística, considerando la creciente vulnerabilidad de las comunidades. Tanto Diotto como Chalá, coincidieron en la centralidad del Estado en el cuidado de la comunidad, así como la importancia de la organización comunitaria, el voluntariado y la formación en valores para una gestión de riesgo eficaz, poniendo la vida de las personas en el centro del desarrollo.
La Visión de los Guardas Ambientales: Un Legado para el Futuro
Facundo Celasco, ex director nacional de reducción de riesgo, dirigió sus palabras a docentes, directivos y promotores de un curso que alcanzo una participación notable. Recordó entonces cómo había germinado la idea de los guardas ambientales: una iniciativa con un profundo espíritu federal, concebida para capacitar y ofrecer soluciones a las necesidades de las comunidades.
Celasco destacó la articulación de voluntades que hizo posible este proyecto, desde la colaboración de diversas personas hasta la crucial vinculación con la gestión de riesgo a nivel ministerial. Para él, la clave del éxito radica en institucionalizar lo logrado, asegurando que esta semilla germinara y trascendiera para las futuras generaciones. Volvió a recalcar su agradecimiento al cuerpo docente, pilar fundamental de esta ambiciosa empresa.
«Ser un guarda ambiental«, enfatizó Celasco, «no se limita a una función; es un compromiso profundo. Implica ser una buena persona y un promotor comunitario incansable en la reducción de riesgos, capaz de tejer redes entre los más diversos sectores.» Subrayó los principios y valores que debían guiar a estos agentes de cambio: «pensar siempre en el otro y en la comunidad, cultivar una pedagogía de la esperanza y el optimismo para transformar la realidad«.

Con la pasión que lo caracteriza, Celasco compartió un ejemplo inspirador de Dolores, donde la voluntad y la organización permitieron la recuperación de un espacio para la creación de la base de operaciones y de una radio comunitaria para la reducción del riesgo. Animó a los guardas ambientales a seguir ese camino: organizarse a nivel municipal, formar comisiones directivas y asociaciones civiles. Su visión es la construcción de una federación o confederación que impulsará una transformación duradera en cada rincón del país.
El evento concluyó con el reconocimiento a la camaradería y el compromiso de los voluntarios, dejando en claro que la formación y la acción coordinada son pilares fundamentales para construir sociedades más resilientes.
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