El trabajador en el peronismo del Siglo XXI

El trabajador en el peronismo del Siglo XXI

Paradigmas y transformaciones en la democracia argentina

No existe para el Peronismo más que una sola clase de hombres: los que trabajan”. La frase, contundente como el resto de las 20 verdades peronistas, fue expresada por Juan Domingo Perón el 17 de octubre de 1950. El máximo referente del Movimiento Justicialista determinó fehacientemente su sujeto político: es el trabajador a quien le habla. 

Habiendo más categorías universalizantes, ¿por qué elegir a la del trabajador como sujeto político y no otras? En lo que considero un análisis del peronismo, a mitad del siglo XX el trabajo no era una mera tarea de producción, sino también constituía un valor social. ¿Cuántas veces hemos escuchado que “el trabajo dignifica”? Este enunciado implica, en principio, una exclusión: si hay trabajadores, hay quienes no lo son. Si el trabajo dignifica, nadie quiere ser excluido. Siguiendo esta lógica, es de esperarse que los individuos encuentren lazos de pertenencia con una condición “positiva” de  enorme contenido simbólico. El siguiente ejemplo resulta lo suficientemente gráfico como para determinar la importante construcción cultural en torno al trabajo: cuando se le pregunta a alguien de qué trabaja, la respuesta suele ser “soy tal cosa”. Esta falta de disociación entre el sujeto y la actividad que realiza, fusiona la identidad del individuo a lo que produce. Así, somos en cuanto producimos. Si producimos, somos.

Perón, en la frase citada en el encabezado, le habla a los dignos. ¿Quién no quiere ser considerado digno? Esta construcción del discurso peronista en torno del trabajador, identificado como el sujeto político, fue el norte a seguir no sólo desde lo simbólico y lo discursivo, sino también desde la praxis política.

En pleno siglo XXI,  Cristina Fernández de Kirchner, desde la campaña a elecciones legislativas en 2017, modificó radicalmente su discurso y dejó de hablarle a “los trabajadores” para centrarse en “los ciudadanos”. El ciudadano y la ciudadana son sujetos de derechos, lo que evidencia un nuevo paradigma por parte de cualquier movimiento político que aspire a administrar el Estado. Importa un reconocimiento estatal del ser, más allá del hacer: “para mí existís”, “para mí sos…” (ejemplo de ello el slogan “Un país con buena gente”).

 Desde una primera aproximación, resulta una perspectiva inclusiva. Desde una mirada más crítica, se advierte también una exclusión: el sujeto necesita de un reconocimiento estatal para “ser”.

Saber a quién se le habla resulta el puntapié inicial de cualquier comunicación, y la política no se encuentra ajena a esto.

Hoy día, frente al cambio de paradigma en el gobierno del presidente Milei con su anarcocapitalismo brutal, deberían existir otras miradas que interpelen a trabajadores y trabajadoras, a desempleados y desempleadas, a grupos excluidos, a estudiantes, al mayor universo posible de personas, porque el sujeto político viró hacia otro lado. El trabajador quedó amortajado para no expresarse (no ser – no hacer), sujeto oprimido e infravalorado por medidas de un gobierno que busca el poder absoluto para exprimir a la clase media, extinguir la dignidad del trabajador y hacer uso sin controles, de las riquezas deseadas lujuriosamente por rapiñas avariciosos.

Durante la sesión de la Ley de Bases que obtuvo media sanción en el día de ayer, la legisladora Vanesa Siley habló sobre las teorías que consideran al empleo como un subfactor de la economía.

“…el actual gobierno comienza a desarrollar la teoría de que entonces el trabajo es un costo, de que está muy elevado, que los aportes patronales son un impuesto y desarrollan las políticas de registración”- expresó Siley.

Continúa: “cada vez que aparecieron estas teorías durante los años de democracia “el trabajo no registrado, la subocupación, el desempleo y la pobreza aumentan” y que “como teoría laxa puede ser que les cierre, ahora cuando la vamos a implementar en la realidad esas teorías fracasan”.

“Por favor, dejemos de decir y de concebir que los aportes patronales son un impuesto cuando configuran salario diferido del trabajador”, resaltó la diputada.

“Porque después se quejan de (el exmiembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio) Zaffaroni digo yo, y con respeto de Zaffaroni, pero [el presidente, Javier] Milei es del Zaffaroni del Derecho Penal Tributario. Para los que cometen delitos de evasión, garantías, garantías y garantías; quita de penas, quita de penas y quita de penas, y así estamos”, concluyó.

El trabajador cuya dignidad era su trabajo, pasó hoy a ser “una mera variable de ajuste dentro de esta cosmovisión”. A eso se redujo el sujeto político: una variable de ajuste. No es más sujeto digno, como Perón expresó. Los trabajadores son objetos simbólicos, números, entes abstractos sometidos al resultado esperado, un gasto para el estado.

En el día del trabajador, recordemos a Evita que, en su último discurso dado un 1° de mayo de 1952 (una profecía cumplida en estos tiempos) expresó:

“… estén alertas. El enemigo acecha. No perdona jamás que un argentino, que un hombre de bien, el general Perón, esté trabajando por el bienestar de su pueblo y por la grandeza de la Patria. Los vendepatrias de dentro, que se venden por cuatro monedas, están también en acecho para dar el golpe en cualquier momento. Pero nosotros somos el pueblo y yo sé que estando el pueblo alerta somos invencibles porque somos la patria misma.”

Fuentes: https://revistamovimiento.com/opinion/el-trabajador-como-sujeto-politico-del-peronismo-actualidad-o-anacronismo/ – https://www.a24.com/politica/cristina-kirchner-el-dia-del-trabajador-mensaje-contra-la-ley-bases-y-el-guino-una-diputada-n1315291 – https://elhistoriador.com.ar/discurso-de-evita-en-el-dia-del-trabajador-plaza-de-mayo-1952/